jueves, 28 de noviembre de 2013

El mundo desde la lente de Kurosawa…un verdadero Samurai


Akira Kurosawa




Nacido el 23 de marzo de 1910 en el seno de una familia con ascendencia samurái, fue la pintura una de sus primeras pasiones y a la que dedicó sus estudios iniciales. Dicha disciplina tendrá influencia en la posterior carrera cinematográfica. Sus primeros trabajos dentro del séptimo arte estarán muy influenciados por la época que vive su país. Sus realizaciones están controladas por el gobierno y la situación de guerra imperante, cuando no son censuradas y controladas son directamente realizadas como propaganda nacionalista.
Es uno de los directores más celebres de Japón, dirigió mas de 30 películas y en 1990 recibió un oscar honorífico por su trayectoria.
Akira Kurosawa era también conocido como Tenno (literalmente, "El Emperador"), por su estilo como director. Era un perfeccionista que dedicaba enormes cantidades de tiempo y esfuerzo para lograr el efecto visual deseado.
Kurosawa tuvo de aguantar, toda su vida, el calificativo de que era el más occidental de los directores japoneses, como si se quisiese contraponer su cine al de los otros maestros cinematográficos de su país, Kenji Mizoguchi o Yasujiro Ozu. 

 Quizá este apelativo sea debido a varias razones, asociadas al cine occidental, como su afición por el cine de género, bien de samurais, el thriller, el cine histórico, etc.; o a su afición a las adaptaciones literarias, de obras de William Shakespeare, Fiódor M. Dostoievski o Máximo Gorki; o a su gusto por el cine épico y espectacular. Por otro lado es de justicia proclamar la gran influencia que sus películas han tenido en el cine occidental, sobre todo en el norteamericano.

Como todos los grandes artistas que en la historia han sido, Akira Kurosawa se preocupa por el hombre, por sus filias y sus fobias, por su fortaleza y su debilidad, por sus deseos de ambición y poder, al lado de su lucha por la dignidad y la libertad, aspectos que jalonan toda su obra, encuadrados en los dos grandes temas del devenir humano, como son la vida y la muerte. Todo ello ha conferido al cine de Kurosawa de un aura de tragedia, que quizá explique su gran afinidad con las obras de Shakespeare.

Una parte importante de su puesta en escena reside en la importancia que da a los escenarios donde transcurren sus historias. La mayor relevancia la adquieren cuando son exteriores naturales, como bosques, montañas o llanuras, sobre los que se abaten extremados agentes meteorológicos, como la lluvia, la niebla o el calor.

La formación pictórica de Kurosawa se manifiesta, constantemente, en la composición plástica de sus películas. En su cine en blanco y negro destaca el uso que le da a la gama de grises, que matiza con gran sentido visual, para que sirva de adecuado soporte a la dramaturgia de la historia que está contando.




Estamos ante un director de cine que supo mezclar su herencia cultural japonesa con la influencia occidental que tuvo desde joven, cosa no pocas veces criticada desde su propio país. De sus películas, por muy lejana que pueda parecer su temática, surge un acercamiento profundo y sincero al alma humana pocas veces visto.


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