jueves, 28 de noviembre de 2013

Policias y Ladrones…..El cuento de nunca acabar. Las series policiacas, irrealidades del mundo o el sentido de la realidad vista por la pantalla.

Las series policiales son, probablemente, el género más popular de la televisión actual. Las historias de crimen, asesinatos y mafias abundaban en la pantalla, y las vueltas de tuerca realmente novedosas escasean. 

Se hace entonces posible que la gente encuentre un escape momentáneo a sus angustias viéndolas reflejadas en la descripción de la inestabilidad permanente que constituye el l


thriller. Se trata de un entretenimiento escapista, pues en general esas historias terminan bien –es decir, se castiga al culpable. Pero, en la inmensa mayoría de los casos, la descripción hiperbólica de los rasgos siniestros del presente, no implica cuestionar sus causas. Esa mecánica narrativa entretiene al lector o al telespectador, distrayéndolo de la necesidad de analizar los motivos que subyacen a los delitos que se describen. De ese ejercicio deduce el placer morboso de aproximarse a sus efectos.  Pero tal proceso no lo tranquiliza en absoluto. Pues lo singular de esos crímenes y de esa violencia es que se reiteran no bien acaba un episodio. Los detectives no descansan: siempre están a la caza de un culpable cuyo lugar, cuando este cae, es ocupado de inmediato por otro. 

Las sociedades se deterioran cada vez más y subliman sus traumas a través de fábulas feroces que los testimonian y que brindan un estupendo material para el análisis. Pero esto último es un dato objetivo; las series pueden interesar al historiador o al especialista que se encuentran en condiciones de sacar provecho de esa cantera. Para el común de las gentes, sin embargo, esas series distraen de las realidades aun más atroces que el sistema engendra, sin liberarlas de la angustia. Más bien las familiarizan con ella, induciéndolas a aceptarla casi como un hecho cotidiano y creando a su propósito una adicción parecida a la de la droga. “Pan y circo”, decían los antiguos romanos. Hoy se podría hablar de “circo”, simplemente.

La realidad que nos rodea se compone del temor a perder el empleo, de la inestabilidad psicológica derivada del cambio tecnológico permanente, de una saturación informativa repleta de guerras y bombardeos, embargos, bloqueos y hambrunas inducidas conscientemente; de crímenes de Estado que nunca encuentran una explicación satisfactoria, de asesinatos comunes y corrientes, de mentiras desfachatadas que se exhiben como verdades y de la alienación del individuo frente a la doble ecuación que plantea la racionalidad aparente de su ámbito privado y la irracionalidad económica del mundo externo. A lo que hay sumar la cereza del postre, la supresión de la humanidad del Otro, en el mejor estilo nazi, aunque revertido ahora al maniqueísmo reductor de los “buenos” y los “malos”, propio del infantilismo norteamericano… 


ademas de que recientemente se les preguntó a unos criminólogos sobre las series policiales y ellos dijeron que el 90 por ciento de estas series son basadas sobre casos reales. 

And the winner is…. Los concursos en TV, Mito, verdad o fantasía.. un análisis crítico a los juegos en TV.

Un programa de concursos es un formato de programa de televisión o radio en el cual uno o más participantes (miembros del público, personalidades o celebridades) realizan una serie de actividades para obtener el máximo número de puntos, los cuales serán canjeados a lo largo del programa a cambio de premios. El concursante o equipo que obtenga más puntos es recompensado con premios como dinero en efectivo, vacaciones, y productos proporcionados normalmente por los patrocinadores del programa, quienes usualmente lo hacen por los propósitos de publicidad por emplazamiento. Los premios suelen ser presentados por bellas modelos. En la mayoría de los concursos los concursantes suelen competir contra otros jugadores u otro equipo, mientras que en otros se esfuerzan solo para obtener una buena marca o puntuación. Estos programas son generalmente franquicias creadas en un cierto país, mayoritariamente Estados Unidos, que tras obtener éxito en dicho país de origen son vendidos los derechos internacionalmente para realizar versiones locales del mismo.


En Estados Unidos, los primeros programas de concursos televisivos, transmitidos en las década de 1940 y 1950, derivaban de otros realizados en las cadenas de radio. La popularidad de los game shows (que originalmente eran llamados quiz shows, debido a que la mayoría se trataba de juegos de preguntas y respuestas, que luego derivaron a juegos de palabras y apuestas), en dicho país decayó luego del gran escándalo del programa Twenty One, donde uno de los miembros de la producción le daba las respuestas a uno de los participantes.



se sabe que el entretenimiento dentro de los medios masivos siempre ha sido un factor muy importante que los altos ejecutivos no pueden dejar a un lado; desde los programas matutinos que van dirigidos a una audiencia principalmente compuesta de amas de casa, las telenovelas por la tarde, caricaturas, series, talk shows, deportes, música, chismes, concursos etc.


En México todos los programas de concurso televisivos son fraude ya que solo gana el uno por ciento del premio a todas esas personas que participan, es una manera nuevamente de entretener a las masas haciendo que inviertan en un supuesto premio que nunca ganarán.

Se trato de imitar los programas Norte Americanos dado como un pretexto que esto impulsaba la cultura, y que finalmente este no es su fin mas que manipular a las personas.





La televisión basura siempre ha existido solo que dependiendo la época los límites estaban escritos como hasta ahora, 

Conforme los tabús y las concepciones religiosas van perdiendo fuerza en cuanto a su credibilidad, el público va adoptando nuevas formas de aceptación dentro de su comunidad y esto es gracias a latelevisión basura, que aunque sucia, amoral o incluso monótona da pie a nuevas ideas, al atrevimiento de hacer cosas creativas incorporándolas a los problemas sociales que día a día enfrentamos.

Y el mundo se hizo una telenovela… la construcción del absurdo y la realidad desde televisa

El término Telenovela refiere al género de la literatura producido para televisión que narra historias ficticias basadas en hecho reales (o no) y que posee un alto contenido melodramático.
Con el transcurrir del tiempo, el formato de telenovelas ha sufrido una serie de cambios que implican transformaciones marcadas por la cultura y las características de lugar y época.Se puede llegar a decir que en la actualidad las telenovelas además de pertenecer a la televisión y formar parte de uno de sus géneros mas populares que alcanzan mayores niveles de audiencia mundialmente, ha llegado a convertirse en una herramienta publicitaria, ya que es utilizada para promocionar todo tipo de productos y ellas por sí mismas se han convertido en producto que el público además verlas las adquiere.
En América Latina al igual que en muchos países, la telenovela se convirtió en un espacio recreacional, cultural, que define razas, culturas, religiones e ideologías; y a su véz, uno de los medios publicitarios más populares de la indústria televisiva.
Sin mucho considerar el objeto de la trama, sin importar el hecho de que la historia sea basada en la realidad o en la ficción, el género de las telenovelas cada día acapara más y más adeptos, y sus fans se ven envueltos en su história, se creen parte de ella, la compran, la viven, la sueñan, se identifican con su história, sus personajes, sus vivencias, creen en sus productos, se inventan sus propios finales y tienen expectativas sobre las mismas. Es por ésto que las telenovelas han tomado tanta fuerza y se consideran tán imprescindibles en la programación de las cadenas televisivas no solo de latinoamérica sino de muchos países del mundo.
Tanto es su poder de audiencia que la telenovela ocupa en la progración de las televisoras los horarios de mayor captación de televidentes, donde se considera que la familia utiliza la televisión como una actividad colectiva que les sirve para interactuar, reunirse e intercambiar afectos y opiniones.
Se puede concluir que désde la producción sencilla y melodrámatica que constituyó el género de las telenovelas en sus inicios, hasta lo que las televisoras, los productores y el mismo público lo han llevado a ser hoy en día, las telenovelas han crecido a pasos agigantados, en todos sus sentidos, a nivel histórial, televisivo, de audiencia, etc.
Amadas por unos y odiadas por otros, las telenovelas convergen en sí un sin fín de pasiones, histórias, culturas y emociones que hace que el público se identifique con ellas y las adopte como parte de su cotidianidad.
siendo televisa la mas grande televisora del país creo que a tomado esta situación como ventaja para desarrollar contenidos absurdos y vacíos para manipular a las masas (audiencia) y mantener cierto control sobre ellos, entre mas crean telenovelas mas forman una sociedad estúpida que vive en una fantasía y gracias han llegado a olvidar su realidad, una telenovela es un arma peligrosa puesto que es el numero uno en audiencias y además es una forma manipuladora de que la población le tome atención a los capítulos de la novela y no a otros asuntos que afectan al país. 

El rey de la Mafia… EL padrino. La memoria del cine como memoria y extensión de la cultura

Se sabe que El Padrino (The godfather, 1972) es una de las mejores películas de la historia del cine. Así la anuncia la distribuidora CDi, encargada de relanzar en los cines argentinos el film en copia remasterizada. En épocas de remakes olvidables, que mejor que volver a las fuentes y poder apreciar la película original. Esperemos que la movida continúe.


A saber, El Padrino es todo un clásico del cine norteamericano y por qué no, mundial. Su producción se da en un marco difícil para los estudios de cine y aún más complejo culturalmente. Los estudios cinematográficos estaban en crisis, endeudados y las grandes producciones ya no daban el margen de ganancias esperado. Como en tantas otras épocas de crisis, se pensó que el séptimo arte podría llegar a desaparecer.
Por otro lado, culturalmente, estaban en crisis los valores que regían a la sociedad norteamericana. Aquellos que hacían ser “norteamericanos” a los norteamericanos. La situación suponía que el fracaso de Vietnam, el asesinato de J.F.Kennedy y las revoluciones sociales, producirían un cambio en el paradigma cultural que Hollywood como industria, aún no sabía bien como sobrellevar.
Quizás, y sólo quizás, estos temas latentes expliquen algo del éxito de El Padrino, la película que cambiaría los films de mafiosos de una vez y para siempre. Los mafiosos ya no serán seres despreciables sino humanos como cualquiera. En el clan Corleone se establecían códigos internos, mafiosos si, pero códigos al fin. Era una etapa de crisis, la familia Corleone se sobreponía a la falta de valores con códigos propios que imponían respeto y temor al mismo tiempo.
El Padrino plantea la historia de una familia de mafiosos italo-americanos, que supo hacerse lugar en una cultura ajena a fuerza de códigos. Lo que más llama la atención del film, es la humanidad con que se entablan los lazos en la familia y la crudeza con que se presentan al resto de las familias con quienes tienen negocios. El Padrino no es más que la historia oculta detrás de cualquier grupo de poder, con sus reglas y ambiciones desmedidas, imposibles de mantener si no es mediante el respeto que se gana a fuerza de cruzar límites.
Francis Ford Coppola, director casi desconocido por entonces, accede a la dirección del proyecto. Los productores ponen en duda su autoridad al punto de pensar en despedirlo a mitad de rodaje. Frente a esto, el por entonces joven Francis, se pone el film al hombro y va hasta las últimas consecuencias. Fue él quien elige ambientar la película en época de posguerra, contratar al intratable Marlon Brando, incorporar a su propia familia al elenco e incluso, convertir en estrellas a Al Pacino, James Caan y Robert Duvall, entre otros.
Pero, y por sobre todas las cosas, fue Coppola quién encontró en el recurso del montaje alterno el mayor constructor de sentido para la película. Serán inolvidables las matanzas intercaladas con rituales sociales –preferentemente religiosos- que el director utilizaría para mostrar la fachada social en la que se oculta el poder. Poder tan vigente hoy en día como en aquel entonces.



Los Simpson, un mundo de apocalípticos o integrados… un análisis del discurso desde la visión de Umberto Eco







A la manera de Umberto Eco en 1965 con el libro titulado Apocalípticos e Integrados, se muestra  la lupa reflexiva a los dibujos animados. Parecen decir más de una época y sus dóciles miembros, de lo que sospechamos. Cómo explicar  el ascenso del desenfadado, vulgar y más complejo Homero Simpson, sino acudiendo a quienes nos vemos retratados en ellos. Seguir el perfil del hombre simpsoniano en el percudido espejo de la caricatura 


La aparición de Los Simpson
 a finales de la década de los 80 es un acontecimiento extraordinario: es la primera vez en un lapso de casi treinta años en que los dibujos animados dejan de ser mero entretenimiento. Los Simpson (posteriormente Batman, con argumentos y personajes extraordinariamente perfilados y elaborados) representan el retorno a la caricatura pensante, pensada, ingeniosa, plena de sutilezas psicológicas. Southpark (una serie a la vez genial, aguda, descarada y majadera) es en cierta forma su complemento y conclusión evolutiva. Es, también, parte de la gran tradición de la caricatura sociológica que tuvo su mejor exponente en los años 70 con los dibujos de Disney: sobre todo en ese prototipo de la clase media norteamericana que es el pato Donald: el hombre solitario (permanente solterón –que nunca se casa con Daisy–, neurótico, vengativo, impaciente, bonachón y malicioso y, dentro de lo que cabe, capaz de culpa y arrepentimiento).
Hay quien objeta que Los Simpson son una serie ‘violenta’. Hay algo de verdad en ello.  Mil veces más violentas son las series que se explotan con el eslogan de Coca-cola o Sabritas. Los Simpson son una espléndida radiografía del hombre mediocre (Homero Simpson), la encarnación del sentido común (Marsh Simpson), la intelectualidad no pretenciosa (Lisa Simpson) y la torpeza, insensibilidad y medianía, en juego dialéctico con la inocencia, la amistad y la nobleza mínima (Bart Simpson). 

 Los Simpson son una serie educativa: nos hace comprendernos a nosotros mismos y nos sugiere caminos de encuentro. A veces, incluso, la serie aborda cuestiones extremadamente delicadas (por ejemplo: la tolerancia, la opinión pública y el Estado, los conflictos infantiles, las rivalidades laborales) y siempre tiene una salida brillante. Quien no perciba estos elementos no se ha enterado, llanamente, del contenido y se ha quedado con la forma. Pero retrocedamos un tanto hasta los años 40: hacia ‘la liebre milagrosa’ (así se le llamaba entonces) que era la primera versión de Bugs Bunny, como sucede con todos los dibujos animados los rasgos de entonces no son los de 7 años más tarde (cuando adquiere su forma clásica) y tampoco los de hoy (en los que se aprecia una pérdida acaso irreparable: hecho que explica que hoy día sea un personaje en trance de muerte). Es sintomático que todos los esfuerzos por revivirlo han sido inútiles: para revivir a un personaje también hay que resucitar a su pasado, a su tiempo. Como esto es imposible, todo personaje está condenado a perecer (quizá la única excepción es Batman que, más inteligente que Bugs Bunny, ha sabido evolucionar).

El prototipo de la sociedad norteamericana ha quedado vacante, con su decidido ingreso a la posmodernidad. Por ello, Los Simpson han tomado el relevo: pero con ello, quizá, se ha conquistado, un nuevo grado de realismo. Es el hombre posmoderno que ya no está dispuesto a la locuacidad, pero tampoco al fatalismo de los ya muy lejanos años 30. Vive la vida de cada día con cierta superficialidad pero también con un raro empuje vital. Casi parece haber renovado por entero sus convicciones (aligerándolas, haciéndolas más flexibles e ironizando sobre sí mismo). 

 Los Simpson representan esta capacidad recientemente conquistada por la sociedad americana (luego del desencanto que supuso la desaparición del sueño americano) de poder ironizar sobre sí misma. Abandonada la ingenuidad patriótica de los años 60 (ya contrastada entonces por otra naiveté: la comunista de la comunidad hippy); superada también la difícil cuesta de los años 70 y 80 (representada por un escepticismo político común a los marginados –entre quienes se incluyen los veteranos de Vietnam– y a la clase media), llega, finalmente un estilo de vida que no pretende más de lo que posee, como no sea un signo de madurez: la capacidad de burlarse de sí mismo. Y de paso, del prójimo. Sólo que esta vez, el prójimo también incluye coreanos, políticos, mexicanos, hindúes y toda suerte de razas, y etnias.

 Los Simpson nos ofrecen una visión integradora de la sociedad norteamericana. Al revés, por ejemplo, de Speedy González y su contorno: tremenda aunque casi desapercibida ironía (y a fuerza de ello inocua) en la que Norteamérica, la imperial, nos da su imagen de México –el «tercer mundo» tras el Río Bravo–, a través, por ejemplo, de cuervos y gatos haraganes acurrucados bajo sombreros de alas anchas. O bien, animales que representan a personas ambiciosas, sin escrúpulos ni ingenio suficiente para cristalizar sus pálidas ambiciones. Es notable que las caricaturas actuales estén catalizando un proceso de renormalización para el que no ha bastado el esfuerzo de los productores de cine o los productores discográficos: la aceptación de la comunidad latina en EU. En ella sin duda tomará parte Baby Bush –casado con una mexicana– pero en no menor medida el viaje de los Simpson por el norte de México, la especialidad de Homero en concursos de resistencia al chile más picante.



  





El mundo desde la lente de Kurosawa…un verdadero Samurai


Akira Kurosawa




Nacido el 23 de marzo de 1910 en el seno de una familia con ascendencia samurái, fue la pintura una de sus primeras pasiones y a la que dedicó sus estudios iniciales. Dicha disciplina tendrá influencia en la posterior carrera cinematográfica. Sus primeros trabajos dentro del séptimo arte estarán muy influenciados por la época que vive su país. Sus realizaciones están controladas por el gobierno y la situación de guerra imperante, cuando no son censuradas y controladas son directamente realizadas como propaganda nacionalista.
Es uno de los directores más celebres de Japón, dirigió mas de 30 películas y en 1990 recibió un oscar honorífico por su trayectoria.
Akira Kurosawa era también conocido como Tenno (literalmente, "El Emperador"), por su estilo como director. Era un perfeccionista que dedicaba enormes cantidades de tiempo y esfuerzo para lograr el efecto visual deseado.
Kurosawa tuvo de aguantar, toda su vida, el calificativo de que era el más occidental de los directores japoneses, como si se quisiese contraponer su cine al de los otros maestros cinematográficos de su país, Kenji Mizoguchi o Yasujiro Ozu. 

 Quizá este apelativo sea debido a varias razones, asociadas al cine occidental, como su afición por el cine de género, bien de samurais, el thriller, el cine histórico, etc.; o a su afición a las adaptaciones literarias, de obras de William Shakespeare, Fiódor M. Dostoievski o Máximo Gorki; o a su gusto por el cine épico y espectacular. Por otro lado es de justicia proclamar la gran influencia que sus películas han tenido en el cine occidental, sobre todo en el norteamericano.

Como todos los grandes artistas que en la historia han sido, Akira Kurosawa se preocupa por el hombre, por sus filias y sus fobias, por su fortaleza y su debilidad, por sus deseos de ambición y poder, al lado de su lucha por la dignidad y la libertad, aspectos que jalonan toda su obra, encuadrados en los dos grandes temas del devenir humano, como son la vida y la muerte. Todo ello ha conferido al cine de Kurosawa de un aura de tragedia, que quizá explique su gran afinidad con las obras de Shakespeare.

Una parte importante de su puesta en escena reside en la importancia que da a los escenarios donde transcurren sus historias. La mayor relevancia la adquieren cuando son exteriores naturales, como bosques, montañas o llanuras, sobre los que se abaten extremados agentes meteorológicos, como la lluvia, la niebla o el calor.

La formación pictórica de Kurosawa se manifiesta, constantemente, en la composición plástica de sus películas. En su cine en blanco y negro destaca el uso que le da a la gama de grises, que matiza con gran sentido visual, para que sirva de adecuado soporte a la dramaturgia de la historia que está contando.




Estamos ante un director de cine que supo mezclar su herencia cultural japonesa con la influencia occidental que tuvo desde joven, cosa no pocas veces criticada desde su propio país. De sus películas, por muy lejana que pueda parecer su temática, surge un acercamiento profundo y sincero al alma humana pocas veces visto.